En el centro del debate se encuentra la acusación de Chanel de que WGACA ha intentado engañar a los consumidores al insinuar una colaboración con la marca o al sugerir que los productos vendidos por WGACA han sido aautorizados por Chanel. Además, Chanel afirma que algunos de los productos comercializados por WGACA infringen su marca registrada.
Por otro lado, WGACA defiende su derecho a vender productos auténticos de Chanel después de la primera venta, argumentando que la doctrina de la primera venta les otorga esa libertad. También sostienen que su uso de la marca Chanel es legítimo y necesario para identificar los productos que ofrecen.
A pesar de que este caso inició en marzo del 2018, se presentó la siguiente conclusión en noviembre del 2023:
WGACA vulneró las marcas comerciales de Chanel al vender más de 700 artículos, los cuales fueron autorizados para su fabricación y cumplieron los estándares de control de calidad de Chanel, pero se suponía que fueron hechos solo para fines de exhibición en las boutiques sin pretender que se vendieran. Además, mencionaron a Chanel en compañas de marketing y plataformas digitales.
El director general y cofundador de WGACA, Seth Weisser, ha declarado que el caso no ha terminado, ya que aún quedan por llegar las mociones de reconsideración posteriores al juicio, y ha añadido que la empresa nunca ha vendido artículos falsificados y cuenta con «un riguroso proceso de autenticación».
Este caso nos lleva a realizar preguntas como: ¿Qué tan lejos pueden llegar los revendedores en términos de uso de marcas comerciales? ¿Y qué medidas pueden tomar las marcas para proteger su propiedad intelectual y mantener el control sobre sus productos?